La diabetes mellitus (DM) es una enfermedad metabólica caracterizada por hiperglucemia crónica, es decir, niveles elevados de glucosa en sangre que acompañan, en mayor o menor medida, alteraciones en el metabolismo de los hidratos de carbono, las proteínas y los lípidos. Se produce debido a alteraciones en la secreción de insulina, resistencia a la misma o ambas en algún momento de su historia natural. La prevalencia de la DM y sus complicaciones específicas hacen de esta enfermedad uno de los principales problemas sociosanitarios en la actualidad.
La regulación de la glucosa en sangre se lleva a cabo gracias a la insulina, una hormona producida por las células beta del páncreas, cuya estructura ha sido crucial para el desarrollo de tratamientos efectivos para la diabetes. Uno de los hitos más significativos en este campo fue el descubrimiento de la cristalografía por rayos X, una técnica revolucionaria que permitió conocer y comprender la estructura tridimensional de la insulina.
Historia de la Cristalografía por Rayos X
Este acontecimiento se atribuye a Wilhelm Conrad Roentgen, científico alemán que en 1895 descubrió una radiación de origen desconocido en aquel momento y a la que se le llamó rayos X. Esto significó una nueva era en la ciencia, ya que se podía utilizar para explorar la estructura interna de los materiales.
Sin embargo, fue algo más tarde cuando Max von Laue, en 1912, desarrolló la cristalografía por rayos X como una técnica viable para determinar la estructura de los cristales. Utilizando un cristal de sal, demostró que los rayos X se difractaban al pasar a través del cristal, creando un patrón de difracción característico. Este descubrimiento demostró que los rayos X podían utilizarse para determinar la disposición atómica en los sólidos cristalinos.
Determinación de la estructura de la insulina
La insulina fue aislada por primera vez en 1921 por el cirujano Frederick Banting y el estudiante Charles Best. Sin embargo, su estructura detallada seguía siendo desconocida, por lo que no se podía comprender completamente su función biológica de cara a tratar de forma eficaz la diabetes tipo 1. Determinar estructuras proteicas tan complejas como la insulina requería obtener cristales de alta calidad y analizar datos engorrosos de difracción.
La estructura tridimensional de la insulina fue finalmente lograda en 1969 por Dorothy Crowfoot Hodgkin, una científica que ganó el Premio Nobel de Química en 1964 por sus trabajos en la determinación de la estructura de importantes biomoléculas tales como la penicilina, la vitamina B12 y la insulina.
Hodgkin utilizó cristales de insulina de alta pureza y aplicó técnicas avanzadas de cristalografía por rayos X para revelar finalmente que se trata de una proteína pequeña compuesta por 51 aminoácidos dispuestos en dos cadenas polipeptídicas (cadena A y cadena B) unidas por puentes disulfuro. Estas cadenas forman una estructura plegada en forma de Y que resulta crucial para su función biológica.
Producción de insulina recombinante
La elucidación de la estructura tridimensional de la insulina permitió a los científicos identificar las regiones críticas para la unión de sus receptores en las células y regular así el metabolismo de la glucosa.
Inicialmente, la insulina utilizada para el tratamiento de la diabetes se extraía de páncreas de bovinos y porcinos, lo que presentaba problemas de pureza y reacciones inmunológicas en algunos pacientes.
Gracias a la ingeniería genética y la biotecnología, se ha podido desarrollar insulina recombinante, que es idéntica a la insulina humana y se produce a través de técnicas de ADN recombinante. Consiste en insertar el gen de la insulina humana en bacterias de Escherichia coli o levaduras, permitiendo producir insulina humana en grandes cantidades. Este avance ha revolucionado el tratamiento de la diabetes al proporcionar una fuente de insulina pura y consistente que solventa las dificultades de la técnica inicial.
La producción de insulina recombinante revolucionó el tratamiento de la diabetes ya que su producción a escala industrial garantizaba un suministro más constante y seguro de insulina. Esto permitió que se convirtiese rápidamente en el estándar de tratamiento, impulsando así el crecimiento y la innovación en la industria farmacéutica.
Desarrollo de análogos de insulina y nuevas terapias
Aunque la insulina recombinante mejoró significativamente el tratamiento de la diabetes, se diseñaron análogos que imitan el patrón natural de liberación de insulina en el cuerpo, pero con perfiles de acción específicos que se adapten mejor a las necesidades individuales de los pacientes y con propiedades mejoradas.
Por ejemplo, encontramos los análogos de acción rápida (Lispro, desarrollada por Eli Lilly), cuya función es reemplazar la liberación natural de insulina en respuesta a las comidas. Por otro lado, existen los de acción prolongada (Glargina, desarrollada por Sanofi), que brindan niveles de insulina relativamente constantes que reemplacen a la insulina basal de forma sostenida, mejorando el control basal de glucosa.
Además, se han desarrollado dispositivos avanzados para su administración, como las bombas de insulina, que proporcionan una administración continua y controlada de la misma. También existen sistemas de páncreas artificial, que combinan la monitorización continua de la glucosa con la administración automática de insulina, siendo una de las soluciones prometedoras para el manejo de la diabetes tipo 1.
Impacto económico y social
Los avances en la cristalografía por rayos X, y por ende, la determinación de la estructura de la insulina, han sido un área de intensa investigación y competencia en la industria farmacéutica, permitiendo generar importantes ingresos para compañías como Novo Nordisk, Sanofi o Eli Lilly y consolidar así su posición en el mercado de la diabetes.
Además de los beneficios económicos, todos estos avances han mejorado la calidad de vida de millones de personas con diabetes en todo el mundo, permitiéndoles manejar su condición de manera más efectiva y reducir las complicaciones asociadas a la misma.
Sin embargo, la complejidad de la biología de la insulina y sus receptores obliga a seguir investigando sobre nuevas terapias más efectivas y accesibles, sumado a la competencia en el mercado a la que se enfrentan las empresas farmacéuticas.
Conclusiones
El descubrimiento de la cristalografía por rayos X y su aplicación en la determinación de la estructura de la insulina han sido hitos fundamentales en la historia de la ciencia, concretamente para la endocrinología y el tratamiento de la diabetes. Además, ha abierto nuevas fronteras para abordar esta patología, proporcionando una base sólida para futuros avances en investigación y desarrollo de terapias.
A medida que la investigación continúa avanzando, la industria farmacéutica está bien posicionada para seguir innovando y enfrentando los desafíos de la diabetes, con la esperanza de ofrecer soluciones aún más efectivas y accesibles para los pacientes en el futuro.